Raphael: «A la muerte le he perdido el respeto» – CLARIN ESPECTACULOS

El artista español habla de su reinvención, se define como un vanguardista y destaca su originalidad.

La entrevista entra en su recta final, y la carcajada de Raphael casi que se escucharía desde Madrid sin necesidad de la conexión telefónica. “Ni yo me acuerdo cuándo fue la primera vez que estuve en la Argentina. Tendría 18 o 19”, dice, cuando se apaga el eco de su risa.

A punto de regresar al país, casi 55 años después, con sus 74 pisándole los talones, el tiempo y su transcurrir es uno de los ejes inevitables de la charla. Aún cuando la excusa para el llamado sea su presentación de mañana, en el Gran Rex, con el espectáculo Sinphonico, que lo tiene girando desde 2015, cantando sus clásicos al frente de una gran orquesta.

“No es que estoy sólo en el hoy, sino que siempre estoy pensando en el mañana. Por eso, ya tengo la cabeza puesta en abril, cuando empiece a presentar Infinitos bailes”, dice. Y pone sobre la mesa el título de su más reciente trabajo, en el que interpreta canciones escritas por autores españoles nacidos varias décadas después que él, como Dani Martin, Manuel Carrasco, Paty Cantú, Enrique Bunbury y María Rozalén, entre otros.

-¿El gesto de ir a buscar canciones en autores más jóvenes hay que verlo como una necesidad de renovar el repertorio o como un gesto de vampirismo en busca de sangre fresca?

-Hay algo de todo eso. Busco en ellos su manera de expresarse, porque ellos plantean las letras de un modo diferente a como lo hacen mis contemporáneos. Ni mejor ni peor; distinto. El lenguaje es diferente, y yo lo necesito porque tengo muchísmo público joven, para el que tengo la obligación de cantar. Para la gente mayor, están las otras.

-No debe ser fácil entrar en sintonía con esas nuevas formas. ¿O sí?

-Es que en mí, desde que me trasplantaron (2003), se dio una metamofosis.Yo soy muy joven, de la cabeza. Además, soy un vanguardista; siempre lo he sido. Siempre estoy reinventándome. Toda mi vida he sido así. Entonces, no está mal que vaya con los tiempos. No soy una persona que esté recordando el pasado. No soy nostálgico.

-¿En qué medida tu trasplante tuvo que ver con algún tipo de excesos?

-En ninguna. La hepatitis no apareció porque no me cuidara, sino que la tenía de toda la vida. Cuando me arreglaron ese problema, me encontré con las fuerzas de un recién nacido. Era un volver a empezar, con toda la experiencia acumulada hasta entonces, pero con la vitalidad a tope. Hoy reconozco que la fuerza que tengo ahora se la debo a eso. Y sigo cuidándome, claro.

Te mantenés a resguardo de las tentaciones.

-No las tengo. Ya las he visto todas; las comprendo, las veo y paso de ellas. Afortunadamente. El médico me ha dicho que no fume; y es lo que hago. Le hago caso, y así estoy. Y disfruto cuando estoy sobre el escenario.

-¿Siempre? ¿No hay un momento en el que el escenario se convierte en una rutina? Las mismas canciones, las reacciones de la gente… Porque imagino que a esta altura sabés cómo lograr la respuesta que deseás obtener.

-Eso es cierto. Pero también el público siempre es diferente, y eso hace que te sientas cantando las canciones de siempre como por primera vez. Descubres cosas que por mucho que las hayas cantado, las sientes en ese momento. Y que en ese traje que te pones para cantar, a veces sobran muchas cosas.

-Cultivaste tu propio estilo como cantante, pero también tu manera de mostrarte y expresarte te convirtieron en una especie de ícono, de bandera de ciertas causas, más allá de lo musical.

-(Interrumpe) Nunca ha intentado ser bandera de nada. Yo soy así; una persona muy adelantada a mi tiempo y muy disciplinada. Pero no estoy preocupado ni siquiera por cómo me visto . Todo en mí sale natural. No hay ninguna afectación. No hay ningún ingrediente falso en mí.

-¿Te ves reflejado en algún artistas de las nuevas generaciones?

-No;y no debería pasar. Yo no tomé nada de nadie. Siempre he querido ser yo. Por eso, a los chicos y chicas con los que trabajé en Infinitos bailes, les decía: “Haced lo que os dé la gana. Escribe para mí, pero no lo que te diga”. De interpretarlo, me encargo yo.

-¿Cómo te llevás con la idea de la muerte, en el umbral de tus 74?

– A la muerte, como ya la conozco porque la tuve al lado, le he perdido el respeto. No le tengo ningún miedo… Y tampoco es pa’ tanto.